Es innegable que en toda
decisión que toma una persona en su vida, entran en juego diferentes factores
que algunas veces ayudan y otras veces limitan. Estos factores que podríamos
llamar condicionantes, pueden ser consientes o inconscientes, pero siempre
están presentes. En la elección vocacional-profesional hay un factor
importantísimo que es la opinión identificación con los padres, o con aquellos
que cumplen ese rol, se debe tener presente entonces la injerencia de estos
factores en la elección del orientado, así guiarlo para que su decisión sea
libre, autónoma y sobre todo personal. En el artículo “El Padre en la
Orientación y la Elección de un Adolescente”, podemos observar desde
una perspectiva psicoanalítica esta incidencia de los padres en la subjetividad
del orientado y por ende en su elección de una profesión. El artículo, que se
basa en un estudio de Sigmund Freud sobre el presidente de EE UU. Thomas W.
Wilson, pretende mostrar la complejidad de las operaciones subjetivas que
intervienen en esta elección y nos dice que “ese `querer ser´, que puede
aparecer en un momento de la vida, no surge de la nada, sino que resulta de
operaciones de distribución libidinal en su posibilidad con las
identificaciones, por lo que puede valorarse una elección según sus efectos
en la estructuración psíquica. Se dimensiona, a la vez, lo que ha sido
necesario para que la elección llegue a producirse y la función del padre en la
misma”. Esto es, en otras
palabras, que ninguna elección que el sujeto realice será casual sino que ha llegado
a ella gracias a todo el bagaje de relaciones e internalizaciones identificatorias
que realizó durante su infancia y a cómo en su estructuración psíquica se hayan
distribuido las cargas libidinales. En efecto, ya sea por querer ser igual, o
querer ser todo lo contrario a los padres, siempre elegirá en función de esas
identificaciones y a sus cargas pulsionales inconscientes. La represión,
identificación y sublimación son conceptos que se deben tener en cuenta para
poder comprender la elección del sujeto que inevitablemente se encuentra en la
disyuntiva entre sus deseos y el Superyó instaurado. Además, si los
padres expresan claramente cuáles son sus expectativas, sus hijos podrán tomarlas
como propuestas y no como imposiciones. De esto habla el texto de Silvia Veinstein, que enumera las reacciones de
los orientados frente a los mandatos internalizados de lo que “tendría que
hacerse”:
-Sumisión: donde hay una falta de
creatividad ante los proyectos.
-Oposición: que tampoco es una elección
autónoma pues depende del mandato, sólo que para hacer lo contrario.
-Ambivalencia: no puede priorizar entre dos
elecciones. Ambas son positivas y negativas.
-Desorientación: en este estado más
confuso no puede ni siquiera fijar alternativas.
-Disociación: no puede encontrarse a sí
mismo, pues se ha fragmentado en su unicidad.
-Simulación: imita la identidad que le
resulta más oportuna, sin comprometerse. Por otro lado, si lo vemos
desde el punto de vista de los padres mismos, resulta interesante comentar una
afirmación de Erich Fromm (“La Soledad del Hombre”, 1970): “A despecho de
la gran diferencia que hay entre el pater familiae romano, cuya familia era
su propiedad, y este padre moderno de hoy, todavía subsiste la noción de
que los hijos vienen al mundo para satisfacer a los padres y compensarlos
de las decepciones de sus propias vidas”.
En efecto, nos encontramos con padres que
inducen a sus hijos a realizar lo mismo que ellos o lo que ellos no
pudieron concretar o también aquello que proporcione mayores beneficios remunerativos
guiándose por esta cultura postmoderna en la que vivimos donde hay una primacía
del valor económico sobre otros, como el vocacional. Es decir que los hijos cargan
con las frustraciones, decepciones, prejuicios, opiniones y expectativas
paternas. Por esto, si bien el proceso de orientación tiene como principal
destinatario a lo rentado, puede también trabajar con los padres. Esto no
quiere decir que va a atender a sus problemáticas personales sino que con los
padres se buscará también un espacio de reflexión y orientación para que acompañen
a sus hijos en el momento decisivo que atraviesan. En el texto “Padres e hijos en la Orientación
Vocacional. Un espacio diferente”, dos licenciadas en psicopedagogía explican
su trabajo con padres y expresan: “no sólo reflexionamos acerca de la imagen
que ellos tienen de sus hijos en cuanto a forma de ser, personalidad,
expectativas, miedos, si no
también haciendo un recorrido de las posibilidades de elección que se le dieron
a lo largo de su historia vital”.
Estas son algunas de las actitudes que se
deben impulsar en los padres:
•Conocer la conducta esperable del momento
evolutivo que su hijo atraviesa.
•Aceptar que la sociedad ha experimentado
grandes cambios y que no es igual a los tiempos de su adolescencia o juventud.
•Disminuir su propia ansiedad y no enojarse
ante las dudas de su hijo, de esta manera no decidirán rápidamente solo para
dejarlos conformes.
• Promover en sus hijos una actitud activa,
de iniciativa y emprendimiento propio, aceptando
su individualidad. El artículo del diario La Nación, dice que
“la elección vocacional es un momento evolutivo
muy importante y que debe ser tomado con la tranquilidad y el tiempo
necesarios”.
¿El orientador podrá ayudar a minimizar
este tiempo? Sencillamente concluimos que el orientador vocacional puede servir
de puente entre los padres y los hijos, sabiendo que el foco es el aprendizaje
de la elección y no la elección en sí. Con los padres, se puede trabajar sobre
el rol particular que tiene en la elección del hijo. Sin duda, el tema
central consiste en enseñarle al orientado a bogar racionalmente hacia adentro
de sí mismo.
FUENTE:
Psicoblogs.org
Universidad Católica de salta
Lic. en psicología
Orientación vocaciona
Publicado por Laura Palavecino
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